Recuerdo una tarde gris en la ciudad, de esas en las que el ánimo no acompaña. Me crucé con Clara, una amiga que conocí en un evento de diseño. Me invitó a un café en Poblenou y, sin saberlo, esa charla me devolvió la motivación que había perdido. Hablamos de proyectos, de sueños, de lo que nos mueve. Salí de ahí con ideas nuevas y el corazón más ligero. Desde entonces, valoro profundamente tener
escorts Barcelona. No se trata solo de salir o compartir planes, sino de contar con mujeres que inspiran, que escuchan, que te empujan a ser mejor. La compañía se convierte en impulso, y eso… no tiene precio.