Recuerdo cuando decidí dar el salto a la vida de freelancer. Dejar atrás la rutina de la oficina era emocionante, pero también un poco aterrador. Me imaginaba trabajando desde casa, pero pronto me di cuenta de que la idea de cualquier intervención era mucho más seductora que la realidad de estar solo entre cuatro paredes. Fue entonces cuando un amigo, que ya había tenido experiencia en el mundo del coworking, me sugirió que probara uno en Barcelona. En un principio, pensé que, tal vez, era un gasto innecesario. Sin embargo, la curiosidad pudo más, y decidí visitar un espacio de
Coworking Barcelona que prometía ser un punto de encuentro para creativos y emprendedores. Al entrar al edificio, sentí una energía vibrante en el aire. Las paredes estaban decoradas con arte local, y el aroma a café recién hecho me dio la bienvenida. Me recibieron con una sonrisa cálida, y rápidamente comencé a explorar el lugar. Cada rincón parecía estar diseñado para inspirar y es así. Te lo recomiendo.