En España el gasto farmacéutico público ha caído un 21,87% desde 2009 hasta el pasado año y el gasto privado ha crecido un 19'42% desde 2006. Estos datos reflejan cómo, los consumidores son los que tienen que poner más de su bolsillo cuando la inversión pública no hace más que descender.
España ha sido un país en el que tradicionalmente el gasto farmacéutico público crecía año a año y así fue hasta 2009 (con una inversión de 12.506 millones de euros) puesto que en comparación con el año anterior el aumento fue del 4'47%. Sin embargo, la tendencia cambió radicalmente y ya en 2012 la cifra había descendido a los 9.711 millones de euros según se muestra en estudio “El gasto farmacéutico en España 2013”. Esta situación ha hecho que el porcentaje de gasto respecto al PIB dedicado a medicamentos se sitúe ya en el 0'9%, por debajo incluso del límite del 1% que la troika ha marcado a Grecia.
En el conjunto del gasto público, la cantidad destinada a recetas representaba el 2'97% en 2003 y pasados diez años solamente asciende al 2%. El efecto del copago y una paralización, incluso decrecimiento, de la población en algunas regiones han influido en el descenso del número de recetas subvencionadas emitidas en el pasado año. Así lo apunta el último Observatorio del Medicamento publicado en diciembre de 2013, que habla de un descenso del 6% respecto el año anterior tanto en el número de recetas como en el gasto público invertido, concretamente 587 millones de euros. Pero por lo que se refiere a la aportación de los consumidores, y aunque no hay datos globales de la cuantía que hay que atribuirles a este ahorro por su nueva aportación, los datos de varias Comunidades Autónomas indican que el porcentaje de su aportación ha aumentado del 6% al 10%. Esto significa que la cantidad pagada por los consumidores y no pagada por el Sistema Nacional de Salud estaría en torno a la mitad de todo el descenso del gasto desde que se implantó el copago a los pensionistas, además de otras medidas como la exclusión de la subvención de algunos fármacos.
Estos datos vienen a indicar que los consumidores, aún prescindiendo de algunos fármacos que podrían ser superfluos y que precisamente son los que las farmaceúticas tratan de promocionar, sigue necesitando el acceso a su medicación indispensable. Las medidas que han recortado en gasto farmacéutico público no han hecho sino trasladar al bolsillo de los consumidores, ya muy maltrecho, un gasto más, y en este caso ineludible.
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